
En Konectica no medimos nuestro valor por la cantidad de respuestas rápidas que damos, sino por la calidad de las preguntas difíciles que recibimos. Porque cuando un cliente se atreve a hacernos esas preguntas incómodas, sabemos que la relación ha superado la superficie y está entrando en terreno de transformación real.
Algunas de esas preguntas se repiten una y otra vez, en distintos sectores y países. Tres en particular son las que más marcan nuestras conversaciones con directorios y equipos ejecutivos:
1. “¿Cómo sé si mi equipo realmente está cambiando, o solo está actuando para quedar bien?”
Esta pregunta revela el miedo a la “teatralización del cambio”. Hemos visto organizaciones donde los equipos aprenden el discurso correcto, pero siguen operando igual. La respuesta nunca es un nuevo KPI, sino un espejo cultural: ¿qué conversaciones ahora son posibles que antes eran impensables? Ese es el verdadero indicador de transformación.
2. “¿Cómo justifico el costo de un proceso de consultoría boutique frente a las big firms que me ofrecen más gente y más volumen por el mismo precio?”
Aquí aparece el fantasma del “tamaño”. Nuestra respuesta es clara: no competimos en volumen, competimos en relevancia. Una big firm puede entregar un informe más grueso; nosotros entregamos un cambio que se siente en el negocio en semanas, no en años. La diferencia no está en la factura, sino en la velocidad y profundidad del impacto.
3. “¿Y si todo esto no funciona?”
Esta es quizás la pregunta más honesta de todas. Porque toda transformación implica incertidumbre. Nuestra respuesta no es una promesa vacía, sino un compromiso: diseñamos el proceso de manera que incluso si un camino falla, la organización salga más fuerte, con aprendizajes transferibles. El riesgo no es fracasar; el riesgo es no aprender nada.
Estas preguntas no se resuelven con recetas. Se trabajan con conversaciones valientes, con diagnósticos que no maquillan la realidad y con experiencias que confrontan lo que duele.
👉 Y al final, lo que descubrimos es que las preguntas más difíciles no son amenazas. Son el verdadero combustible de la transformación.