
El liderazgo no se aprende en un aula, ni en una presentación con diapositivas, ni en un manual de competencias. El liderazgo se aprende en la práctica, en la tensión de una decisión difícil, en la incertidumbre de una crisis, en la necesidad de coordinar intereses opuestos.
El problema es que muchas empresas entrenan a sus líderes en entornos demasiado cómodos: cursos con casos de Harvard descontextualizados, role plays superficiales o charlas inspiracionales que motivan durante unas horas pero que no cambian nada al día siguiente.
En Konectica hemos apostado por un enfoque diferente: los Labs de liderazgo. No son cursos ni talleres. Son espacios donde se simula la realidad con el mayor nivel de fidelidad posible, de manera que los líderes puedan practicar en un entorno seguro lo que luego tendrán que enfrentar en su organización.
Un ejemplo: en una empresa de energía diseñamos un Lab que recreaba una crisis técnica inesperada. Los participantes no recibían instrucciones detalladas; recibían llamadas, correos y noticias simuladas, exactamente como ocurriría en la vida real. Tenían que decidir en minutos cómo coordinar equipos, cómo comunicar al directorio, cómo gestionar la presión de los clientes.
Lo que emergió fue revelador. Algunos líderes brillaron al mantener la calma y dar dirección clara. Otros quedaron atrapados en discusiones interminables. Pero lo más valioso no fue la actuación en sí, sino la reflexión posterior: entender por qué habían reaccionado de cierta forma, qué sesgos habían entrado en juego, qué recursos podían desarrollar para la próxima vez.
Los Labs funcionan porque llevan el aprendizaje del terreno simbólico al terreno experiencial. No se trata de acumular teorías, sino de entrenar la capacidad de actuar bajo presión, de escuchar en medio del caos, de priorizar cuando todo parece urgente.
Este tipo de experiencias no buscan la perfección, sino la incomodidad productiva: poner a los líderes frente a su propia manera de operar y darles la oportunidad de transformarla.
👉 La pregunta que toda empresa debería hacerse no es “¿ya dimos un curso de liderazgo?”, sino: “cuántas veces hemos expuesto a nuestros líderes a simulaciones tan reales que los preparen para lo que realmente vendrá?”