
En la primera ola de adopción, muchas compañías corrieron a incorporar las mismas herramientas de IA. Chatbots genéricos, dashboards estandarizados, asistentes que suenan iguales en todas partes. Lo curioso es que, al hacerlo, no ganaron ventaja competitiva: se homogeneizaron.
La IA “comoditizada” es cómoda, pero no estratégica. Sirve para resolver tareas básicas, pero también uniforma experiencias y productos. El verdadero riesgo es creer que por usar lo mismo que todos ya se está innovando.
El valor no está en el acceso a la tecnología, sino en cómo se combina con los activos únicos de cada organización: datos propios, procesos, cultura, clientes. Esa es la capa diferencial que ninguna herramienta “listo para usar” puede entregar.
Las empresas que solo consumen IA estándar terminarán compitiendo por precio. Las que construyan IA alineada a su identidad competirán por valor.